Alrededor del 70% de los chilenos tiene patologías en los pies y un 40% de estas afectan a la piel.
El calor, la humedad y otras condiciones propias del verano pueden afectar la salud de los pies, promoviendo la aparición de patologías como la queratosis, hiperqueratosis, clavos córneos, mal perforante plantar, micosis y onicomicosis, entre otras.
Pocos las reconocen por sus nombres, pero su incidencia es común. Bien lo sabe Evelyn Cartes Reynero, Podóloga Clínica y docente de AIEP Chillán, quien comenta que “alrededor del 70% de los chilenos tiene patologías en los pies y un 40% de estas afectan a la piel que cubre esta zona del cuerpo”.
Consciente de esta realidad y de la importancia que tiene un pie sano, a continuación, nos enseña cómo reconocer y prevenir la aparición de estas molestias, con simples prácticas que todos podemos tener presentes.
1-Usa un calzado de horma ancha
Los pies están calzados entre ocho a 12 hora diarias y el traumatismo que sufren dentro del zapato suele no ser dimensionado. Muchos privilegian la estética de un zapato fino o delgado, pero tener los ortejos (dedos de los pies) apretados dentro de éste, de forma prolongada y frecuente, puede producir patologías como los dedos en garras, dedos en martillo o dedos montados. Nuestro calzado siempre debe ser cómodo, permitiéndole al pie estar reposado en las distintas actividades cotidianas, sin sufrir molestias o dolor.
2-En caso de usar calcetines
Si usas calcetines o medias, que sean de material natural, con fibras de algodón, bambú o de cobre. Las opciones de material sintético favorecen la humedad del pie y, como consecuencia, la aparición de patologías como la micosis, que son hongos en las zonas interdigitales de los pies, y también la bromhidrosis, que es la descomposición de las secreciones sudorípadas, lo que causa mal olor. Si vas a utilizar un zapato cerrado, siempre usa calcetines, porque eso evita que se humedezca el pie. Un calcetín de fibra natural también aporta suavidad y no corta la circulación. ¡Cámbialos diariamente!
3-Hidratación, un factor clave
En verano, los pies están más expuestos a la tierra, al polvo y a otros factores que promueven la resequedad. Esto puede generar grietas en la piel del talón y acelerar el proceso de queratosis o hiperqueratosis, que es cuando aparecen callos y durezas. Para evitarlo, utiliza una crema hidratante, al menos dos o tres veces al día, aplicándola con un suave masaje por dos o tres minutos hasta que la piel absorba la crema, sin dejar humedad. Luego puedes colocarte el calcetín o calzado. Evita usar la crema en los espacios interdigitales, ya que se pueden macerar.
4-Lavado diario
Lava tus pies todos los días y sécalos con tolla nova o toalla de papel. ¿Por qué? Cuando nos secamos el cuerpo, generalmente lo hacemos de arriba hacia abajo, por lo tanto, la toalla llega húmeda al secar los pies. Por eso aparecen hongos entre los dedos y otras afecciones asociadas a la humedad. En tiempo de verano prefiere el agua fría, ya que las temperaturas tibias (secador con aire tibio y el agua tibia) promueven la aparición de micosis (hongos en la piel).
5-Revisa tus pies
Revisa tus pies diariamente, sin importar la edad. No solo debes mirarlos, también debes poner atención al tacto. Observa tus uñas, los espacios interdigitales, la zona dorsal del pie y también la planta. Pon atención a cambios de color, olor, sudoración excesiva o dolores específicos. También a la aparición de granos, heridas, ampoas, durezas y hongos. Esto es doblemente importante en pacientes diabéticos, ya que comienzan a perder la sensibilidad, en su caso una simple herida puede terminar en una amputación. No minimices malestares o si sientes un dolor inespecífico.
6-Acude al podólogo
A menudo hay muchos pacientes, sobre todo hombres, que piensan que esto es algo femenino, o para gente adinerada, pero no es así. Las patologías en los pies pueden ocurrir en cualquier etapa de la vida. Por eso, la labor del podólogo es fundamental para cuidar, prevenir y corregir futuras enfermedades y patologías en tus pies. En la primera sesión podológica, junto con el tratamiento clínico, se realiza una evaluación, se educa al paciente y se entrega un diagnóstico. De acuerdo a las patologías que se pesquisen, se deriva al profesional que corresponda (médico, traumatólogo y dermatólogo).
Por ello, es recomendable acudir al podólogo dos veces al año para evaluar la salud de tus pies. En caso de que se diagnostique más de una enfermedad, debes asistir mensualmente para la continuidad del tratamiento.
¡Cuida tus pies, recuerda que ellos te trasladan de un lugar a otro!