Retomó los estudios 20 años después de salir del colegio y se convirtió en abogado.
El sueño de ingresar a la educación superior se pospuso durante muchos años para Luciano Ponce (68). La vida le puso circunstancias adversas desde una edad temprana, por lo que se vio obligado a postergar el cumplimiento del anhelo de convertirse en profesional.
A los 19 años, cuando murió su padre, entendió que su misión desde ese momento sería velar por el bienestar de su madre y sus cinco hermanas menores. No había dos opciones ni espacio para titubear. “Fui empleado, trabajé en muchas cosas y desempeñé muchas actividades. Hasta en una oficina de turismo trabajé”, cuenta.
“Después de un tiempo me pude independizar y me instalé con un negocio. Tenía una carnicería. A esas alturas me había casado, así que con eso mantenía mi casa y la casa en la que vivían mi mamá y mis cinco hermanas”, relata.
Corría el año 2006 y ya con su emprendimiento en marcha decidió dar el paso que durante tanto tiempo postergó. Fue entonces cuando él y AIEP cruzaron sus caminos, al incorporarse como estudiante de Técnico Jurídico en la otra sede AIEP Providencia. Al fin había llegado el momento. Aunque entonces no podía siquiera imaginar los cambios que se avecinaban a la vuelta de la esquina.
“Me tenían poca fe”
“Empecé a estudiar bien crecido. Y tengo que reconocer que al principio me costó mucho. Se me hizo muy complejo”, relata. “Volver a estudiar después de 20 años hizo que todo fuera más complicado. Volver a tomar un lápiz, estar en una sala de clases. La verdad es que fue muy difícil y me costó mucho adaptarme”, explica.
“Era el mayor del curso y por lo mismo me tenían poca fe, pero me gustó la carrera y logré posicionarme como uno de los mejores estudiantes”, cuenta también, orgulloso de sus primeros pasos en la educación superior.
El buen rendimiento se tradujo en una motivación creciente y constante y trajo aparejado el reconocimiento de los docentes. Ya no había límites para su desarrollo académico.
Tras titularse como Técnico Jurídico en 2008, recibió una propuesta para incorporarse como ayudante, lo que despertó la que con el tiempo se convertiría en su nueva pasión: enseñar.
“En ese proceso de enseñar descubrí que haciéndolo yo también aprendía más. Luego, asesorado por los mismos profesores de AIEP, empecé a ver todo el tema de la continuidad de estudios”, comenta, respecto del siguiente paso que decidió dar en 2009.
Gracias a un convenio de continuidad especial de AIEP, Luciano estudió Derecho en la Universidad de las Américas, jurando como abogado en 2016 después de finalizar sus estudios en 2014. “Los primeros años se me hicieron fáciles gracias a mi conocimiento como Técnico Jurídico. Luego hubo ramos que se me hicieron muy complejos y otros que no tanto. Pero igualmente, como otra vez era el mayor en todos los cursos, obtuve el respeto y la admiración de todos”, enfatiza.
Empuje y amor
Hoy Luciano el padre, esposo, hijo y hermano, el mismo al que por su edad nadie le auguraba un buen futuro en la educación superior, es también técnico jurídico, abogado, magíster en Derecho de Familia y docente de las asignaturas de Procedimientos de Familia, Derecho Constitucional, Procedimiento Civil, Derecho de Familia, Tramitación Notarial y Derecho Administrativo en la carrera de Técnico Jurídico en AIEP Santiago Norte y AIEP Barrio Universitario. Y de Derecho en la Universidad Andrés Bello donde impartirá clases desde 2023. Además, es dueño de su propio estudio jurídico.
“Para mí estudiar nunca fue realmente un sacrificio. Y es lo que hoy día intento transmitirles a mis estudiantes y a los jóvenes en general”, asegura respecto de sus conclusiones tras este largo viaje que tuvo su punto de partida en nuestra institución. “El sacrificio se convierte rápido en el mayor logro que uno puede tener. A mi edad me costó empezar desde cero, pero con empuje y amor por lo que uno hace, se puede”, enfatiza.
Y sobre su relación con AIEP Ponce no escatima agradecimientos. “De AIEP siempre tengo la mejor impresión. Siempre que me preguntan digo lo mejor de la institución, porque me abrió un mundo de oportunidades. Tengo una excelente relación con directivos y estudiantes. He salido elegido varias veces como el mejor profesor y siempre los mismos estudiantes son los que me reconocen. Eso me llena de orgullo”, acota. “Soy un ejemplo de las oportunidades que da AIEP”, reconoce, después de torcer su destino y cumplir sus sueños a través de la educación superior.