Gabriela Peñaloza (38), madre de dos niñas, ingeniera informática y desde hace unos meses flamante jefa de la Escuela de Construcción e Ingeniería de AIEP Bellavista -encargada de las áreas TIC, Construcción y Mecánica-, tiene la mira calibrada y el objetivo a la vista: incorporar más mujeres a la docencia de su escuela y a más estudiantes en carreras tradicionalmente masculinizadas: las denominadas STEM (Ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas por sus siglas en inglés).
En abril de este año se le ofreció la posibilidad de dejar de ser docente y jefa del área TIC de AIEP Bellavista para asumir una responsabilidad gigante como la de dirigir varias jefaturas que se fusionaron en una sola… y aceptó encantada, aunque con una cuota te temor. “Sí, la verdad que me dio miedo porque es mucha la responsabilidad. Pasé de tener 500 estudiantes a cargo a tener 1.300. Y de tener cinco carreras a 20”, subraya.
Doblando la apuesta
Sus primeros estudios profesionales no tuvieron nada que ver con programación, data, ciberseguridad o informática. Gabriela alcanzó a estudiar tres años de psicología, ciencia social y disciplina académica enfocada en el análisis y la comprensión de la conducta humana y de los procesos mentales experimentados por individuos y por grupos sociales durante momentos y situaciones determinadas.
Y si bien no pudo terminar la carrera por un tema familiar, la motivación por comprender la conducta humana y ayudar al prójimo le quedó instalada en su disco duro y esa razón, más su embarazo, la llevaron a buscar una carrera corta, de alta empleabilidad, que le permitiera aprender una profesión que tuviera alta demanda de técnicos y profesionales -esto lo sabemos hoy, pero hace unas décadas era algo incipiente- y que en un par de años la tuviera generando ingresos.
Así en el 2009 llegó, sabiendo solo lo que un usuario de PC domina, a estudiar técnico en Informática en Inacap Maipú, cuando aún pocos imaginaban el potencial que una profesión como ésta tendría en el futuro. Y obviamente en un curso de unos 20 ella y otra compañera eran las únicas mujeres que estudiaban Informática entonces.
Una vez terminada la carrera técnica su papá la incentivó para que continuara con la ingeniería. “Cuando le manifiesto lo difícil que había sido estudiar Programación, me comenta que si otras personas podían lograrlo por qué yo no, así que me lo tomé como otro desafío personal”.
El llamado de la docencia
En 2013 se tituló de Ingeniera en Ejecución Informática, hizo la práctica en un colegio y tiempo después tuvo su primer trabajo en Paperless Chile, empresa de facturación electrónica, en el área de soporte informático.
Ahí se dio cuenta de que sabía hacer bien el trabajo y quería que otros también aprendieran, y para eso se propuso enseñarles a otras personas programación o base de datos. Y así llegó a AIEP Barrio Universitario a hacer clases de programación de bases de datos en horario vespertino. “Y ahí se me abrió un mundo. Yo dije, esto es lo mío. La pasión cuando uno hace algo que le gusta, te aflora, o sea, te eleva”, reconoce.
Y comenzó su carrera docente en los principales institutos profesionales del país. A sus clases en AIEP sumó otras en Inacap, ENAC y en DUOC hasta que se le presentó, además, la oportunidad de ser directora de carrera de la sede virtual de IP Chile, donde estuvo hasta principios de 2023. Dentro de este período consideró necesario reforzar sus conocimientos en del área y realizó diplomados de educación superior y un magíster.
Y ese mismo año, en mayo, AIEP le hizo una oferta que no pudo rechazar y asumió la jefatura de la Escuela TIC de AIEP Bellavista tras estar más de ocho años ligada a la institución a través de la docencia.
“He tratado de integrar más mujeres. Pero no por un tema de querer marcar una diferencia. Sino que es para acercar a las mujeres al área STEM, que existan más referentes"
Un salto exponencial
“Me gusta estar donde estoy porque siento que, si bien yo ya he aportado desde el área de docencia y he trabajado con los estudiantes en sala, este rol de la educación también para mí es súper importante porque es todo lo que está tras bambalinas de lo que hace el docente al final. O sea, todo lo que nosotros hacemos como personas administrativas al final es el apoyo que le damos al docente. Así lo siento yo”.
De “administrar” cinco carreras pasó a 20 y de velar por el bienestar de 500 estudiantes pasó a 1.300. Este es el salto exponencial que dio Gabriela al ser nombrada jefa de Escuela en AIEP Bellavista, cargo que le supone coordinar, gestionar y supervisar cada aspecto de la Escuela de Construcción e Ingeniería en su sede, desde que los docentes tengan computadores o un software actualizado, un taller para impartir sus clases, etc.
Como jefatura de la Escuela Gabriela y su equipo también realizan mucha gestión administrativa, ven que el docente esté ingresado a un sistema, generan la planificación de los módulos, definen horarios y velan porque tanto estudiantes como docentes tengan todo lo necesario en sala o taller para su aprendizaje óptimo. “Nosotros somos el soporte de lo que hace el docente de aula. Hacemos mucho de todo. Tenemos que verificar la gestión de ellos, que hagan las clases y que éstas sean correctamente implementadas. Tenemos que hacer también contactos con empresas, hacemos seguimiento caso a caso de nuestros estudiantes por temas de estudios, rematrícula, si tienen problemas para ver cómo los ayudamos. “Acá también somos psicólogos y cumplimos distintas funciones con el solo objetivo de ayudar a nuestros estudiantes. Es parte de la pega que hacemos. A veces nos toca contenerlos y después buscar las soluciones y ofrecerles los distintos canales de apoyo”, destaca.
Cuando Gabriela no está al mando de la Escuela dedica su tiempo libre a las labores propias de un hogar con dos hijas -una de 16 y otra de 10- y a sus placeres culpables: las series, las novelas, el tejido y de vez en cuando la “comida chatarra”. Y viajar cada vez que puede. Pero sola. “Cuando viajo me gusta viajar sola. Implementé algo desde el año pasado, entonces en mis cumpleaños ahora voy a viajar sola. El año pasado me fui a Machu Picchu y este año pienso, ojalá que me funcione, ir a España a visitar a una amiga en Galicia y a donde el viento me lleve”, asegura.
Más mujeres
En un futuro cercano Gabriela tiene claro cuál seguirá siendo su horizonte al timón de la Escuela: incorporar más mujeres al staff de docentes lo que no será una tarea fácil por la escasez de profesionales. “He tratado de integrar más mujeres. Pero no por un tema de querer marcar una diferencia. Sino que es para acercar a las mujeres al área STEM, que existan más referentes. Me gustaría realmente tener mujeres del área de construcción haciendo clases. Y lo mismo en mecánica y ciberseguridad. Pero no es fácil porque no hay muchas”, señala.
Al igual que la rectora Loreto Ferrari, Gabriela tiene el firme propósito de potenciar el rol de las mujeres en las carreras STEM y en la Escuela de Construcción e Ingeniería, tanto para docentes como para estudiantes.
El desafío es grande, pero tal como le dijera a su papá hace un par de décadas… “Y ante el desafío yo dije ya, ok, yo puedo”.